Desde la Edad de Piedra hasta nuestros días, la simbología y las
tradiciones de los tatuajes a lo largo de la Historia son apasionantes.
La historia que conocemos se remonta a la Edad de Piedra.
En 1991 se encontró en un glaciar a un cazador de la era Neolítica;
tenía la espalda y las rodillas tatuadas. Antes de que fuera descubierta
la momia del cazador, la persona tatuada más antigua era la sacerdotisa
egipcia Amunet adoradora de Hathor, diosa del amor y la fertilidad.
Vivió en Tebas alrededor del 2000 a.C., sus tatuajes, de un estilo muy
similar o los de la momia del cazador, son lineales y simples con
diseños de puntos y rayas.
En la cueva prehistórica de Aurignac se hallaron pequeños huesos puntiagudos que se cree pudieron haber sido usados para tatuar.
Los antiguos pobladores de la Polinesia fueron los primeros en grabarse
motivos en la piel. Los hombres se tatuaban hasta tal punto que no
quedaba un trozo de piel desnuda en su cuerpo. Es la Polinesia el lugar
que tiene la reputación del tatuaje más artístico en el mundo antiguo,
caracterizado por figuras geométricas.
De hecho el término "tatuaje" (tatoo en inglés, pronunciado tatú) tiene
un origen polinesio. Más concretamente en la palabra polinesia "ta" que
significa golpear o en la expresión "tau-tau" utilizada para hablar del
choque entre dos huesos.
El estilo Moko Maorí de Nueva Zelanda, por ejemplo, era un tatuaje
tribal que identificaba a cada individuo y su estatus dentro de un
grupo. Hacía a la persona única e inconfundible. Cuanto más complicado
era el diseño del tatuaje mayor era el ascenso en su rango social. Se
tatuaban de la cabeza a los pies, comenzaban a los 8 años y era un
proceso lento y doloroso; los tatuajes se embellecían y renovaban
durante toda la vida.
En sus espirales tatuados pensaban los maoríes que podían atrapar la
energía cósmica. Si el difunto no tenía tatuajes protectores la
hechicera se comería los globos oculares, el alma quedaría ciega y no
podría hallar el camino a la inmortalidad. Por eso, si alguien moría sin
tatuaje, los maoríes tatuaban el cadáver.
En las Islas Marquesas "un cuerpo sin tatuar era un cuerpo estúpido".
Tenía un profundo Significado Erótico Sexual. Las mujeres se tatuaban
los dedos de las manos y las orejas con finísimos dibujos y sobre la
vulva símbolos obscenos. Los hombres se tatuaban todo el cuerpo, la
nariz, los parpados, la lengua y el cuero cabelludo. Pero también tenía
un Significado Mágico Religioso porque para ellos la piel tatuada era
una armadura de protección física y espiritual. Cuando uno de estos
hombres moría, sus mujeres le quitaban la piel, pues al guardián del
paraíso le desagradaban los tatuajes. Sin trazas de tatuaje, volvía al
estado de pureza, podía ser enterrado en tierra sagrada y su espíritu
podía elevarse al paraíso.
Los nazis, en sus campos de exterminio, tatuaban a los prisioneros con
un doble significado: Identificación y Humillación, porque la ley judía
prohibía las marcas en el cuerpo. Eran los propios deportados los que
tatuaban a los prisioneros pero, sólo, a los protegidos los demás
morían sin identificar.
Las Mujeres de rostro tatuado de Myanmar (antigua Birmania)
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, un Rey birmano viajaba por su
reino cuando se encontró con una bella joven que pertenecía a la etnia
Chin. El rey la cortejó y poco tiempo después la dejó abandonada. El
resto de las mujeres al enterarse de lo ocurrido, asustadas de correr la
misma suerte, pintaron sus caras de negro utilizando carbón. El truco
del negro maquillaje duraba poco y con el tiempo se vieron obligadas a
fijar el color negro en su piel de forma permanente mediante dibujos
tatuados. Así, las mujeres Chin eligieron ocultar para siempre su
belleza sin garantizar del todo con eso el rechazo del cruel Rey. Esta
tradición se ha mantenido viva durante siglos.
El proceso de tatuaje es lento y doloroso. Con una pasta hecha a base de
carbón y una espina se van tatuando la cara mediante múltiples
pinchazos. El dolor impide completar el proceso de los tatuajes en el
mismo día y de hecho, cuando el tatuaje se realiza alrededor de la boca
la chica sólo puede alimentarse bebiendo líquidos durante unos días. El
gobierno ha prohibido esta práctica y ya en Myanmar no se ven chicas
jóvenes tatuadas, aunque en aldeas aisladas alguna adolescente sigue aún
tatuándose.
Hasta la ocupación japonesa, el pueblo indígena de Taiwán, Taroko, había
tenido la costumbre de hacerse tatuajes faciales al llegar a la
adultez. Una vez que las jóvenes aprendían a tejer y los jóvenes
aprendían a cazar, se hacían tatuajes en el rostro. Se creía que
solamente aquellos que llevaran tatuajes faciales serían autorizados a
cruzar el Puente del Arco Iris hacia el cielo después de la muerte. Las
administraciones coloniales japonesas y chinas, sin embargo, prohibieron
la costumbre, que terminó cayendo en desuso. En la década del noventa,
la población de antiguos Taroko que todavía tenía tatuajes faciales casi
había desaparecido.
El tatuaje se difundió en Occidente gracias a los exploradores de los
siglos XVIII y XIX. Uno de ellos, el capitán Cook describió en sus
libros el proceso antiguo del tatuaje al entrar en contacto con
indígenas de las Islas Marquesas y con los maoríes: "Manchan sus cuerpos
pinchando la piel con los instrumentos pequeños hechos del hueso, que
estampan o mezclan el humo de una tuerca aceitosa [...] En esta
operación, que es llamada por los naturales "tattaw", las hojas dejan
una marca indeleble en la piel. Se realiza generalmente cuando tienen
cerca de diez o doce años de la edad y en diversas partes del cuerpo.". |
El tatuaje carcelario.
En las cárceles, la práctica del tatuaje pone al descubierto un submundo
de significados ocultos. Los presos fueron uno de los primeros grupos
que usaron los tatuajes para diferenciarse del resto de la sociedad, ya
sea como señal de rebeldía o como símbolo de pactos entre logias
carcelarias.
Los internos los denominan "tumberos", y en general responden a un significado bastante específico.
Los motivos místicos, por ejemplo, son imágenes de santos y vírgenes,
cruces o figuras de Cristo y del diablo. Generalmente, este tipo de
tatuajes es muy común en los presos acusados por violación. Los tatuajes
pacíficos, también usados por agnósticos y ateos suelen representarse
con dibujos de palomas, flores, estrellas o palmeras.
Para reafirmar su identidad muchos presos eligen tatuarse su nombre entero o sus iniciales.
También existen los tatuajes afectivos. Así como los griegos creían que
el corazón era el lugar donde los hombres guardaban sus amores y
pasiones; los presos imprimen sobre su pecho, el nombre de la mujer
amada, como signo de amor eterno.
Esta forma de escritura permite observar la superficie de la piel como
lectura iconográfica mediante la cual se descubre lo biográfico, se
pueden reconstruir fragmentos de la vida del preso a través de sus
tatuajes. Los mensajes que los presos reproducen en sus tatuajes
conforman una verdadera gramática de la piel.
A lo largo de la historia figuras ilustres y respetables han tatuado su
cuerpo: Jorge V, rey de Inglaterra; Nicolás II, zar de Rusia; el primer
ministro británico, Winston Churchill o el ex-presidente norte-americano
John Kennedy.
Y también: EDISON, Thomas Alva: Cinco puntos en su antebrazo izquierdo como haciendo un dado. CONNERY, Sir Sean: "Escocia para siembre" (Un equivalente de "siempre tuya") y "Mamá y Papá" en el antebrazo (Una versión ampliada de nuestro clásico "Amor de Madre"). CHURCHILL, Winston: Ancla en el brazo. PRÍNCIPE de GALES: Una cruz de Jerusalén. |
Otra variante que se ve con frecuencia en los internos, son los tatuajes
agresivos, representados con dibujos de aves de rapiña, espadas,
animales feroces y puñales.
Mediante estas figuras, los presos intentan poner en evidencia su
rudeza, muchas veces con el fin de obtener un escalafón superior dentro
del rango otorgado por los internos.
La calavera, por ejemplo, significa que el portador del tatuaje no
dudará en matar ante una situación límite, para otros es una advertencia
a la que se deberá prestar mucha atención.
Desde siempre el tatuaje ha estado íntimamente relacionado con el
erotismo. Los antiguos tatuajes japoneses estaban llenos de geishas, y
el célebre director de cine Peter Greenaway supo plasmar como ninguno el
sentido erótico de la escritura sobre la piel, en su película Escrito
en el cuerpo.
Este factor, tampoco está ausente en el universo carcelario. Los
tatuajes sexuales son utilizados para diferenciarse. En los
heterosexuales, por ejemplo, las figuras son atrevidas y tienden a
reafirmar la virilidad de quien lo lleva. En el caso de los
homosexuales, el dibujo más habitual es el de dos mariposas juntas.
Para muchos reclusos, la piel es el terreno más apropiado para volcar
sus fantasías amorosas. Según el análisis de los médicos, este tipo de
tatuajes se ubican siempre en las piernas o la pelvis y representan "la
apetencia y necesidad del interno, de tener relaciones sexuales".
Los tatuajes eróticos, generalmente se representan con la figura de una
mujer desnuda; es "la chica de los presos", de formas exuberantes y
curvas peligrosamente seductoras.
Los lugares del cuerpo que eligen los presos para plasmar cualquier tipo
de tatuajes son muy variados. La gran mayoría se ubica en los brazos,
las piernas o el pecho; aunque también se imprimen en el estómago, la
espalda o el pene.
En las cárceles los tatuajes se siguen haciendo manualmente, sin colores ni elementos artísticos.
En general, los secretos de la técnica se transmiten de convicto a
convicto, otorgándole a esta práctica, un halo de misterio, cual si
fuera un rito iniciático, propio del submundo de las cárceles, en otras
ocasiones, el traspaso de la ciencia obedece a fines pragmáticos, por
ejemplo, como contraprestación por otros favores.
La maquina que utilizan es totalmente casera. Consiste en un motorcito
de radio, del que se desprende un bolígrafo, un tenedor o un cuchillito
sujetado con hilos o alambres. El motor hace que el elemento punzante se
mueva como las agujas de la máquina de coser, entrando y saliendo de la
piel. El pigmento que generalmente utilizan, es la tinta china o la de
los bolígrafos Bic.
Lo cierto es que entre rejas, rencores y penitencias, el tatuaje carga
el cuerpo de los presos de significado. Y como su condena, éste era un
estigma que les acompañaba el resto de sus vidas.
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